Federico Sánchez, del programa City Tour, se refiere a Valdivia y su entorno
(Archivo 2011)
El Arquitecto y figura principal del programa City Tour de Canal 13 cable, se refiere a la ‘figura’ de valdivia, a sus espacios, a su gente, y a las tristemente célebres piedras de las discordia, ubicadas en los bandejones de acceso al puente Pedro de Valdivia.
Federico Sánchez Villaseca, regresa a Valdivia después de varios años. “La última vez que visité la ciudad fue en los años ochenta, en aquel entonces me pareció una ciudad fuera de serie, que era tan bonita que no parecía chilena por su particular topografía que permite que sus ríos sean horizontales y por tanto navegables, a diferencia del río Mapocho, por ejemplo, emplazado en una pendiente, que no logra retener su cauce”, comenta el extravagante pero certero arquitecto.
-Federico, en carpeta está un proyecto de taxis fluviales en nuestra ciudad, que apunta recuperar la potencialidad de la conectividad fluvial de la zona.
“Si las ciudades nacen de una voluntad de congregar y de convivir, también deben respetar esta matriz urbana que en este caso es su río. Si alguna vez el río tuvo un objetivo operativo y funcional, hoy por hoy deberían ser símbolos sagrados de la ciudad. Yo no le exigiría nada al río, yo creo que el río es una especie de madre extendida que abraza a este producto suyo que es la ciudad, por tanto no sé si me interesa que la gente se mueva en el río para utilizarlo, tal vez sí gozarlo, hacerse parte de él, sentirse acogido en su regazo, eso bienvenido sea, pero no determinarlo a una autopista; es como si echáramos a trabajar a nuestras madres para que nosotros tengamos un mejor pasar”.
-A propósito de buen pasar, ¿cuál es tu opinión de los espacios de encuentro urbano, sitios públicos?
“Las ciudades crecieron en la voluntad de congregarse; la ciudad es la expresión de deseo del hombre de convivir, y cuando la ciudad pierde esta conexión con el espacio público, se está perdiendo a sí misma. Estos espacios que son sus plazas, sus calles y en Valdivia, este gran parque de agua que es su río”.
-Hablas del entorno, del paisaje y del río como elementos determinantes en un espacio: ¿podrías descifrar al valdiviano como habitante de ellos?
“Podría destacar que son gente razonablemente llana, amistosa, porque es una ciudad despejada y de vistas muy extensas y esa cosa profundamente sureña que es la lluvia; la gente vive con ella y no se altera: convive, a diferencia de Santiago, por ejemplo en que la lluvia es un problema. Yo he aprendido a conocer y a valorar la lluvia y la he ido asimilando ahora de grande”.
-Federico, existe hace unos meses una polémica generada por una propuesta paisajística instaurada por el municipio local, en los bandejones de acceso al puente Pedro de Valdivia, los que en este momento presentan en su aspecto solamente piedras –masa de rocas de canto rodado, traídas de Chaihuin- a las que en el futuro se adherirán plantas, musgos y enredaderas del suelo y de estas rocas, todo esto denominado en la discusión ciudadana “las piedras”…
(Federico se para y observa con detención el bandejón) “Que una intervención genere una reacción no es necesariamente algo negativo en sí; acuérdate que a fines del siglo XIX, cuando instalaron la torre Eiffel en Francia; la reacción de los parisinos fue de espanto quienes criticaron ese montón de fierro, y ahora es un ícono que tenemos plasmados en nuestros cerebros. En este caso, puedo opinar que, efectivamente, lo que más sobra en Valdivia es el verde, por tanto más verde pasaría inadvertido, invisible a los ojos de los habitantes de la ciudad, y si nosotros estamos planteando una intervención del paisaje urbano, que se haga a través de elementos que generen contrapunto: la piedra es lo inerte, además se aprecia de origen como un bolón de río; no deja de ser interesante que este río piedras trae; ahora suena y empieza a captar más allá de las fronteras de sus riberas. Por tanto esas piedras lo que pueden hacer a los valdivianos es reverdecer el verde, hacerlo aparecer en este acostumbramiento perdido en los ojos, en la retina de los valdivianos. Estas piedras de tan muertas hablan de la vida , y cualquier cosa que detone esta sensación es fantástica, y ella, desde ese silencio pétreo, le cantan a los valdivianos la maravilla del verde que siempre está ahí, por lo tanto no me parece tan mal, ni tampoco tan bien, el punto no es ese, es que detonan cosas en silencio”, finaliza este arquitecto que ríe mucho, pero que habla en serio y que viste extemporáneamente, tal vez para indicarnos lo apropiado que resulta la reacción que genera en un público que lo quiere o no lo quiere, pero que siempre lo advierte..