Olivia Pérez sobre la muerte de su amada hija: “Para mí, nunca ha dejado de existir”

La noche del 31 de octubre de 2003 se celebraba en el casino de la Universidad Austral de Chile -campus Isla Teja- la tradicional Fiesta Halloween que daría inicio al mes de noviembre. Unas horas antes, Cynthia Cortez le había dicho a su madre que iría a la Escuela de Arquitectura, donde estudiaba, y posteriormente pasaría a echar un vistazo a las actividades.
Aquella madrugada del sábado 1 cambiaría por siempre la vida de la familia de Cynthia o Johanita, como su mamá la llamaba.
En la tranquilidad de su hogar, Olivia Pérez junto a su familia, se preparan para conmemorar un nuevo aniversario de la muerte de su hija, Cynthia Johana Cortez Pérez, asesinada hace 10 años por Carlos Núñez, compañero de carrera y autor confeso del crimen. “No son fáciles estos meses”, comenta Olivia, recalcando que la historia se vuelve a repetir durante estos días: “volver a recaer en todo esto es muy difícil”.
Y la situación se exacerba con la libertad obtenida por Núñez el año pasado, luego de que la sentencia le fuera rebajada por buena conducta. “En este país mientras no haya justicia verdadera estas cosas van a seguir pasando. Los jueces deberían estudiar para ser jueces, no debería pasar un abogado a juez, sino que un tiempo de perfeccionamiento. Se les crearía más conciencia a ellos. Toman un caso, como el de mi hija, y por más bulla que metí llegó a la mano del juez y le dieron 8 años, originalmente sin beneficio, pero en el camino las cosas se arreglan. Por la justicia me sentí defraudada, pero muy defraudada. Como mínimo debieron haber sido 15 años de condena. No así por la ayuda que se me brindó por parte del presidente Lagos, Carabineros, Investigaciones y por supuesto de toda la comunidad valdiviana, de ellos estoy muy agradecida”, expresa.
-¿Cuáles son los recuerdos más preciados que tiene de Cynthia?
“Si yo me pusiera a enumerar los recuerdos, podríamos estar todo el día. Nunca hubo días malos para nosotros. Siempre fuimos una familia muy unida y siempre había días muy lindos, todos juntos. Le gustaba hacer trabajos manuales, pintar, dibujar. Constantemente andaba detrás de su papá ayudándolo en cosas de maestría o cargándole las herramientas. Además era una enamorada de los animales, yo diría que sin excepción: pájaros, perros, gatos, etc. Todo lo que fuera ser viviente. Si atropellaban un perro lo llevaba para la casa, lo mismo con los gatos, siempre cuidándolos”.
-¿De dónde se sacan las fuerzas para sobrellevar esta pérdida?
“De la fe y el apoyo de mi marido, del cariño de la familia y la comprensión. Aquí no corresponde echarse culpas mutuas, sino que poyarse en todo momento. Es el único soporte que hace un poco llevadero este dolor tan grande”.
-¿Es usted creyente?
“Sí, pero sólo creo en Dios. No tengo religión, creo en Él. Sí respeto todas las iglesias y creencias de la gente”.
-¿Ha conversado con Dios sobre lo que pasó?
“Sí, sí. Mucho. Le oro, rezo y doy gracias por lo que Él hizo por mí y ha hecho por nosotros. Yo nunca renegué contra Dios, al contrario, siempre le pedía que hiciera justicia con ellos”.
-¿Qué le diría a las personas que han sufrido la pérdida de un hijo?
“Que se apoyen y quieran como familia, que no busquen las culpas que no hay. No se puede recriminar al marido o a la mujer, si ya pasó, no puede haber castigos mutuos. Somos humanos y todos nos podemos equivocar. Hay que aferrarse a la familia, la unión de ésta da esperanza. Miren a sus otros hijos y todos los días díganle que los aman porque uno nunca sabe cuándo va a ser el último día de sus vidas”.
ETERNO RECUERDO
En una esquina del hogar de los Cortez Pérez hay un altar con la foto de la ex estudiante de UACh, donde todas las noches su madre le reza una oración antes de ir a acostarse. Además, el comedor está adornado con unas lámparas de su hija que le gustaban mucho. “Es una forma de seguir conectada con mi hija”, comenta Olivia, agregando que “converso con ella toda la vida, para mí no ha muerto. Está en un lugar tranquila esperándonos. Nunca va morir o va salir de aquí, porque esta es su casa y aquí estamos nosotros. Esto siempre ha sido así. Además, durante los meses de verano voy casi todos los días a verla al cementerio, es mi paseo. Me siento, me distraigo, converso con ella. Me gusta que el lugar esté bonito. Uno estando en la sepultura de la Cynthia no se siente como en el cementerio, sino como que estuviera en una casa, en una pieza. A mí me da paz estar ahí, siento su presencia”.
-¿Qué actividades se tienen planeadas para este aniversario?
“Estamos planeando una velatón en la plaza, pero tenemos que ver el permiso municipal. De lo contrario, y al igual que todos los años, nos vamos al lugar donde la encontramos y estamos ahí con ella”.
-En reiteradas ocasiones Carlos Núñez señaló que se declaró culpable bajo presión. ¿Pensó alguna vez que él no fuera el asesino?
“No, no. Su confesión era sincera… Sí. No había ninguna equivocación en lo que dijo. Cuando se hizo la reconstitución de escena, era la única persona que sabía la ropa que llevaba puesta mi hija, así como todos los detalles. Además, desde un comienzo él me despertaba mucho miedo, especialmente sus ojos, es algo raro de describir, pero siempre supe que tenía que ser Núñez el culpable”.
-¿Alguna vez Carlos Núñez trató de tomar contacto con usted?
“No, nunca se acercó. Nunca hubo una palabra, ni siquiera que haya sido de arrepentimiento. Ni de él ni de su familia”.
-¿Lo perdonó?
“A él le tengo mucha lástima. A una persona así uno le tiene lástima. Yo sé que su vida no va a volver a ser la misma que la de alguien normal. Yo no soy Dios para perdonarlo, pero lo disculpo. Ya no tengo rabia, ni nada contra él. Lo que siento es pena. El que lo odie o trate de hacer daño no va a resucitar a mi hija. Si me lo llegara a cruzar lo único que haría sería tratar de no mirarle la cara”.
-¿Y si quisiera acercarse a usted a pedirle perdón?
“No sé qué pasaría, no sabría responder. Sinceramente no sé qué pasaría”.

EL DESEO DE ESTUDIAR ARQUITECTURA
“Se había esforzado un montón por entrar a Arquitectura. Era el sueño que tenía desde siempre, pero no había podido superar el puntaje necesario. Amaba su carrera y su universidad. Yo sabía desde que era chica que iba a entrar a esa casa de estudios, sin embargo le costó, no fue fácil. Recuerdo que estaba eufórica el día que logró quedar en su carrera. Era una meta personal”, señala Olivia Pérez