Archivo 2007: Entrevista Freddy Suárez, ex director Liceo Armando Robles

Este año no dio la bienvenida al alumnado en marzo. Finalmente jubiló. Hoy cuenta que está de cabeza reparando su departamento de la Villa San Luis para dejar definitivamente el Liceo, donde aún vive.
Por ahora no piensa en el futuro y sus planes más inmediatos son descansar y hacer un viaje junto a su esposa por el norte del país.
Aquí, repasamos la ‘hoja de vida’de quien fuera por 20 años el hombre al frente de uno de los colegios más emblemáticos de Valdivia.


En un tradicional café valdiviano nos juntamos con Freddy Suárez. Mientras el ‘cortado’ aún humea partimos nuestra plática desde el origen, de la cuna. “Nací en Chiloé, en Quicaví, cerca de Ancud. Estuve en Chiloé hasta los cinco años y luego emigré a Nueva Imperial donde me crié. Estudié allí hasta segundo humanidades y luego me fui al Liceo de Hombres de Temuco, para posteriormente estudiar en la Universidad de Chile Educación Física”, señala.

En 1963 debutó como profesor en Puerto Varas y luego, a fines del ‘71, se trasladó a un colegio de Calbuco ya como Inspector General Interino. “Allí me pilló el golpe militar”, señala quien fuera abiertamente simpatizante de la Unidad Popular en aquella compleja época. “En ese tiempo -agrega- era difícil hacer clases porque había dos bandos claritos, entonces las huelgas eran permanentes a favor del Gobierno de Allende y en contra. Entonces hacer clases era complicado, francamente no había clases. Había profesores de la Unidad Popular, dentro de los cuales estaba yo metido, y había profesores del otro lado. Entonces teníamos una majamama más o menos”.

Fue así como por razones políticas fue designado para el cargo de inspector del Liceo Armando Robles en 1977. Esta situación totalmente fortuita e involuntaria lo trajo a nuestra ciudad, que en aquel momento sólo apreciaba como un lugar agradable para visitar, pero no para vivir. Sin embargo, reflexiona, “fue una suerte ya que aquí me desarrollé profesionalmente y en Puerto Varas, donde quería que me trasladaran no se hubiese dado. Estaba aquí en el Liceo de Hombres y empecé a entrenar al equipo de básquetbol de Carabineros y luego también me ofrecieron ellos mismo algunas horas de clases. Imagínese, estar bien con Carabineros en ese momento no era malo”.

Por otra parte los dirigentes del remo también lo invitaron a trabajar con ellos, situación que le permitió tener tres trabajos paralelos haciendo de aquélla época su mejor pasar económico y profesional. “Era un privilegiado, llegué a tener dos autos y en esa época era todo un lujo”, confiesa.

Luego de oficiar por ocho años como inspector del Armando Robles Ribera y de dirigir por tres el liceo de la Corvi, finalmente en 1987 regresa involuntariamente al Liceo como director. El motivo: la reubicación de los directores por la municipalización educacional.

-¿Cuáles fueron los desafíos que se planteó al asumir la rectoría del Armando Robles?
“La verdad que yo no me quería ir al Armando Robles. En la Corvi estábamos haciendo un muy buen trabajo, porque era un colegio difícil. Le hicimos atractivo el colegio a los jóvenes y ellos ya comenzaban a ir más porque les gustaba, no por obligación. Por lo tanto no estaba interesado en cambiarme, pero los de la jefatura me dijeron que yo no iba a ser el único director que iban a dejar ahí. Entonces no había nada más que alegar. Fue así como del colegio de la Corvi, que tenía como 400 alumnos, me trasladaron al Liceo de Hombres que tenía 1600 alumnos con jornada de mañana, tarde y noche. Entonces la pega fue el doble y por la misma plata”.

-¿Pensó que pasaría veinte años de su vida como director del Liceo?
“La verdad que no pensé nunca eso. Pero sabe lo que sí pensé -porque yo siempre he sido una persona progresista, nunca me han gustado las cosas estáticas- que tenía que hacer algo y me las jugué. Y me fue bien, porque podría haberme quedado estatus quo y me habría mantenido en el tiempo y a lo mejor llego igual a los 20 años; pero no, tenía que hacer algo por la gente que no disponía de plata”.

-Concretamente, ¿qué hizo en ese sentido?
“Un colegio bueno, sin que la gente cancele una cantidad de dinero impagable para los que tienen capacidad intelectual. Por dos mil pesos mensuales que tengan las mismas posibilidad que tienen los del Salesiano, el Windsor o el Alemán. Le entregábamos material, aprendían a tocar guitarra, flauta, a jugar básquetbol, etc.-. Todo por dos lucas mensuales”.

-De todos los años, ¿cuáles fueron los momentos menos gratos?
“Bueno, los dos primeros años cuando volví como director y el año de la división del Liceo, hace tres años atrás, con la jornada escolar completa. La verdad que ese fue un término de año pésimo y me costó mucho recuperarme de esa situación”.


-¿Y los que recuerda con más cariño?
“Cuando celebramos los ciento cincuenta años. Hicimos actividades culturales durante todo el año, mes a mes. Trajimos a Roberto Bravo, hicimos encuentros corales, encuentros de poesía, campeonatos con los liceos más antiguos de Chile. Tuvimos una llegada enorme, el Liceo tiene mucho arrastre, la gente iba y llenaba todo. En esa oportunidad fue un año como eran los liceos antiguamente, que eran el centro cultural de una ciudad”.

-¿Por qué no se da eso en la actualidad?
“Porque a los profesores les han amarrado las manos. Lo único que le interesa a este país es que hagan un buen SIMCE y una buena PSU, como si eso fuera la educación”.

-Los números y las cifras mandan
“Claro. Pero cuando usted tiene un buen colegio también tiene buenos resultados, porque al chico le gusta ir al colegio, no va desagradado. ¿Qué pasa con los alumnos todas las tardes? la mayoría se corre de clases, o sea, con la jornada escolar completa están hasta acá arriba”.

ADÍOS AL LICEO

-¿Cuándo supo que iba a jubilar?
“A ver... nosotros tenemos una ley de concursividad de los cargos de directores. Esa ley salió hace dos años, entonces me correspondía a mí llamado a concurso este año y eso lo tenía claro, porque yo había cumplido sesenta y cinco años y dije que ya era suficiente, no quería seguir, me voy a quedar un par de meses más para jubilarme. Entonces, ¿qué pasó con la municipalidad, con el Daem? ellos interpretaron la ley de una manera diferente a cómo la habíamos interpretado nosotros. No sé quién irá a tener la razón, esta cuestión está conversándose a otro nivel”.

- Veo que le molestó bastante esta situación
“Me pareció bastante desagradable. Además no me lo merecía y, en el último de los casos, cualquier persona que tenga cuarenta años trabajando no se merece un término así. No se trata que me rindan homenaje ni nada por el estilo, pero que el término hubiese sido de otra manera”.

-¿Cómo ha cambiado su rutina ahora que está recién jubilado?
“Bueno, la verdad es que yo tengo un departamento en los bloques de la Villa San Luis y naturalmente al cesar mi contrato laboral tengo que dejar el departamento que tengo en el Liceo, que todavía estoy ocupando. Me entregaron el departamento y estoy en proceso de arreglarlo. Hasta ahora estoy en eso”.

- Pero cuando se inició el año escolar, ¿no extrañó ir al colegio?
“La verdad es que como he estado de vacaciones sentí como que éstas se aplazaban. Además que el mes de marzo es un mes muy desgraciado, porque todo inicio de clases trae un problema de ajuste de horario. La verdad es que lo primero que pensé fue: chuta, me liberé de este mes de marzo, que es como liberarse del mes de diciembre en el cual hay que firmar cincuenta mil papeles. Entonces son meses pesados, y como tenía la pega del departamento, la verdad es que no he sentido nada el alejamiento de dirigir el colegio”.

-¿Cómo recibió la comunidad del Liceo su retiro?
“¿La salida? Como que se anduvieron molestando bastante. Les molestó la forma como lo hicieron. Incluso supe que le mandaron una nota al alcalde y a la jefa del Daem haciéndole ver su malestar. Hace poco me dieron una despedida muy bonita, se portaron muy bien”.

-¿Y qué hay de los alumnos?
“La verdad es que de los alumnos no me despedí, porque como venía el inicio de clases encontré que en realidad era fuera de foco ir a despedirse cuando estaban empezando las clases”.

-¿le dicen que lo van a extrañar o que bueno que se vaya?
“No sé si algunos habrán dicho que bueno que se vaya este viejo o dirán pucha qué lastima que se fue. Como siempre hay dos bandos en esto de la jefatura”.

-¿Qué piensa hacer ahora?
“La verdad es que mi señora está vendiendo su negocio y prontamente quedaríamos los dos descansando. Queremos descansar. La verdad es que nosotros no hemos tenido vacaciones desde muchos años; ella en su negocio lleva 13 años y no ha tenido vacaciones, así que nos queremos pegar un año sabático y ahí ver que hacemos. Queremos salir a pasear, levantarnos tarde, luego salir n poco. La verdad es que tengo pensado ir con ella al Norte, tipo junio por ahí, partir para Arica y volver en octubre. Me gustaría antes de desaparecer del mundo conocer el resto de Chile”.

-¿Cómo ha sido su relación con la gente ahora que no es director?
“Pensé que me iban a desconocer más, pero todo lo contrario, eso debo reconocerlo. Oye, cuando uno deja un cargo como el mío hay mucha gente que después ya no lo saludo a uno porque no le sirve; pero ha sido lo contrario, un montón de gente me ha saludado y me ha deseado que me vaya muy bien, que merezco el descanso. La verdad que estoy sorprendido en esa parte”.

-¿Qué recuerdos cree que dejará en el alumnado?
“Algunos tendrán buenos recuerdos míos, otros más o menos y otros malos. Algunos que tendría en la oficina cuando los retaba, a algunos también los eché, porque al comienzo eché a hartos alumnos por notas, por rendimiento”.

-¿Qué es lo que más va a extrañar, si es que va a extrañar algo?
“La convivencia con la gente, con los colegas, con todo el personal. La verdad es que yo lo pasaba bien con ellos, como ya estaba tanto tiempo los chuleteaba, me chuleteaban a mí también... me mataba de la risa. Creo que construí un ambiente agradable de trabajo y de mucho respeto profesional y así la gente también lo pasó bien allá”.

-Finalmente, ¿está satisfecho con su labor?
“Yo creo que sí. Fíjese que estoy más que conforme, pero hubiese hecho mucho más si hubiese tenido el apoyo de la autoridad. Habría sido un colegio fabuloso si hubiesen entendido cuál era la idea de hacer un colegio de excelencia para la ciudad, pero no entendieron nunca”.