Sastrería Catricheo: Desde 1972 a su servicio

EL TIEMPO EN LAS BASTILLAS
EI PROPIETARIO DEL LOCAL, CON MÁS DE 50 AÑOS DE EXPERIENCIA EN EL RUBRO, HILVANA LA HISTORIA DE SU OFICIO, QUE A ESTAS ALTURAS BIEN PODRÍAMOS DECIR QUE ESTÁ EN PELIGRO DE EXTINCIÓN.
Huincha al cuello y tijera en mano se encuentra Rodolfo Catricheo, afanado en la confección de un terno talla extra grande, que según explica, es uno de los trabajos más solicitados por sus clientes, ya que este tipo de medidas no son fáciles de hallar en el comercio tradicional.
“En 1956, por intermedio de una amiga de mi padre, me inicié en este trabajo. Yo nací en Máfil y a los 16 años me trajeron a Valdivia para que trabajara en la sastrería Sanhueza Hermanos, que en aquella época contaba con locales en Osorno, Valdivia y Concepción. Dos años estuve con ellos aprendiendo el oficio. Aquí en Valdivia la sastrería estaba ubicada en Arauco, frente al Banco Osorno, en una casa de madera de tres pisos”, comenta.
En aquella época una de sus primeras labores fue colchar la solapa, “ya que esta función servía para alivianar la mano”, señala. De menos a más fue adquiriendo los conocimientos y la destreza para que esas manos dejaran de ser pesadas y se transformaran en su principal capital de trabajo.
Eran tiempos lejanos, donde no existían las grandes tiendas ni la holgada oferta de vestuario que hoy es común, todo lo contrario, el panorama distaba mucho y proveerse de un buen atavío no era cuestión de vitrinear y comprar. Razón por la cual, según cuenta don Rodolfo, “el negocio de la sastrería era muy bueno y existían muchos locales dedicados al rubro, porque no existía la confección y toda la ropa se mandaba a hacer”.
Luego de un par de años de aprendizaje con los Sanhueza, continuó su escuela en el establecimiento de otro reconocido representante del oficio: don Pedro Contreras. Tiempo después y cuando la mitad de los sesenta marcaba el calendario, formó parte del personal de la Sastrería Villegas, donde finalmente concluyó su periodo de empleado aventajado en 1972, fecha en que se independizó con su propia sastrería: la Catricheo. Esta, primeramente estuvo ubicada en la principal calle de nuestra ciudad, frente a la iglesia Sagrado Corazón, hasta que en 1992 se trasladó unos números más arriba, específicamente en Picarte 1961, donde hasta el día de hoy permanece incólume y totalmente vigente.
TODO TIEMPO PASADO FUE MEOR
La industria del vestuario ha evolucionado de la mano de la tecnología y las máquinas han reemplazado al hombre y al trabajo más fino y comprometido. Algo que no es desconocido por este prolijo costurero quien sostiene que “el sistema de trabajo ha cambiado bastante, antes trabajábamos con ‘óptima’ y hoy en día lo están haciendo con una entretela de fibra que va pegada al género y que con el tiempo no queda bien adherida. Es una de las cosas importante y que marca la diferencia entre la nueva confección y la hechura a mano”.
La moda también se ha trasformado con el pasar de los años, y la usanza que otrora era ‘macanuda’, hoy sólo queda en la memoria de los más coléricos. “Había unos pantalones que le decían los Hervé Vilard, que eran los que usaba el cantante y que tenían una pretina ancha con tres botones. y en la parte baja tenia unos 30 centímetros de ancho, pero ajustado en la cadera, bien ajustadito. Esto era como en los años ‘70", recuerda.
Todo tiempo pasado fue mejor, dicen por ahí, frase que este hombre de 72 años sólo avala en lo que se refiere a la época dorada de las sastrerías: “los mejores años de este oficio fueron más o menos entre el sesenta y el setenta, porque en ese tiempo no había ropa de confección, ya que llegó como en 1978 acá a Valdivia. Por entonces comenzaron a traer prendas hechas de Santiago. En la época de oro teníamos mucho trabajo, aunque era aprendiz, recuerdo que nos amanecíamos trabajando para cumplir con los pedidos”.
El paso del tiempo es inexorable y la modernidad aporta lo suyo, pero también es implacable y arrasa con ciertas costumbres, quehaceres y establecimientos comerciales. Una realidad que no es ajena a don Rodolfo quien ha sido testigo de cómo han desapareció los locales de sus pares. ¿Cómo ha logrado subsistir entonces? La respuesta la tiene bien clara, y es más simple de lo que parece: “el secreto es tratar de hacer las cosas bien, no hay nada más que eso. Como dice el maestro chasquilla, uno nunca atraerá clientes si hace las cosas mal. Para cumplir de buena con nuestra clientela debemos trabajar muchas horas, sin horarios, porque tenemos compromisos. La personas asalariadas trabajan ocho horas y listo, aquí no, uno no tiene horario y si hay que hacer un trabajo, hay que hacerlo nomás”, concluye.