ENTREVISTA: CONSUELO HOLZAPFEL

LA DESTACADA ACTRIZ NACIONAL, NACIDA Y CRIADA EN LA CAPITAL DE LOS RÍOS, REVIVE LOS MEJORES CAPÍTULOS DE SU INFANCIA Y JUVENTUD EN LA ZONA. HABLA DE SUS ALEGRÍAS JUNTO AL RÍO Y AL VERDE CAMPO, DE SU FAMILIA, DEL PASADO Y DEL PRESENTE. TAMBIÉN DE SU PENA MÁS RECIENTE: EL FALLECIMIENTO DE SU AMADA MADRE, CECILIA OSSA.

Sencilla, relajada, cercana. Es la primera impresión que advertimos en Consuelo y que se confirma a lo largo de la entrevista. Y es que por su trayectoria y jerarquía como actriz, bien se podría pensar lo contrario.
La artista, muy generosa en tiempo y disposición, hace un racconto de su vida, la cual tuvo como principales locaciones el fundo Molco, el Instituto Alemán, la plaza de La República, la Costanera y la calle Rudloff, entre otras, donde anidó los mejores momentos de su niñez y juventud. “De esa época podría estar tres días recordando los momentos maravillosos. Yo siento que mi infancia y adolescencia fue maravillosa. Fue absolutamente esplendorosa. Agradecida absolutamente de mi familia, de mi mamá, de mi papá, de mis hermanos, de ese fundo Molco, de las casas de mi mamá, de sus camas… Fue una vida a todo campo, con mucho verde, con vacas, con terneros. Así fue mi vida entera, llena de miles de historias y de pasarlo muy bien”, comenta la hija del ex intendente y gobernador de Valdivia Joaquín Holzapfel.
Imborrables vivencias de lejanos tiempos que hoy trae al presente Consuelo y que están vinculadas, fundamentalmente, a su familia. “Yo creo que mis padres fueron una mezcla súper entretenida, porque mi mamá era totalmente sociable, por lo que en mi casa siempre hubo mucha gente, mucho personaje entretenido: literatos, poetas, políticos. Por otro lado, mi padre era más austero, más firme, no tan estricto pero tenía sus cosas más establecidas, y mi mamá se las desordenaba. Esto me permitía a mí como hija jugar entre esos dos mundos”, cuenta la cuarta hija del matrimonio Holzapfel Ossa, quien agrega que en esa pueril época la competencia entre los hermanos en el juego Guerra era feroz. “También jugábamos al escondite, a echarnos miedo, a los países, con la yunta de bueyes nos amarrábamos a un tablón y pasábamos por el barro, por lo que llegábamos a la casa irreconocibles y nos tirábamos baldes con agua para quitarnos la suciedad y poder entrar a nuestro hogar”, añade.
Sus memorias prosiguen entre el campo y la ciudad, entre su casa del fundo Molco y la de calle Rudfloff en Valdivia, entre el clima adverso y las travesuras preadolescentes. “Recuerdo esta ciudad maravillosa, cruzar el río para ir al Deutsche Schule con todo el temporal y ventarrones para llegar a las 8:10, hora en que ya estaba el señor Burgos en la puerta y ya no podía entrar porque era tarde”, señala sonriente.

-¿Y cómo era Consuelo, la estudiante?
“Era floja, sacadora de vuelta, absolutamente indomable, chacotera, terrible. Las dos con las Pía nos trasformábamos en dinamita, o sea, día por medio yo estaba en la oficina del inspector recibiendo una clase de buenas costumbres, de educación, de respeto, y yo me ponía muy humilde frente a sus ojos y le decía que ahora sí había entendido todo y que cambiaría, y nada, al día siguiente de nuevo estaba pensado qué fechoría podíamos hacer para volvernos a entretener y divertir ese día”.

-Era medio rebelde por lo visto
“Sí, recuerdo que cuando mi papá fue intendente yo era absolutamente indomable, vivía en la plaza, tenía como 13 años y me lo pasaba en la calle, en la costanera, en el cine Central donde vi todas las películas desde los western hasta las de Joselito y Sandro”.

DE LAS ACTUACIONES FAMILIARES A LA ESCUELA DE TEATRO DE LA UACH

A pesar de haberse devorado los rotativos del otrora cine ubicado en calle Camilo Henríquez, Holzapfel no se inspiró precisamente en los filmes que allí exhibían para su futura carrera actoral, sino que gracias a improvisadas actuaciones en un plató muy casero y con espectadores muy generosos con los aplausos. “Siempre pensé que mi interés en ser actriz pudo haber empezado en mi casa, porque como vivíamos mucho en este campo con mucha vida social, yo organizaba verdaderas charadas, estas especies de dramatizaciones que se hacían antes en las casas. Fue así como empezaba mi función, donde pescaba a mi hermano chico y lo hacía actuar como papá, le poníamos un cigarro en la boca y hacíamos que hiciera gestos, mientras yo interpretaba a la hija descarriada. Siempre eran bien dramáticas las escenas y ahí empecé en realidad mis primeras actuaciones en esa casona grande. Después se abrió la escuela de teatro de la Universidad Austral y mi mamá me dijo mira, aquí tienes algo para ti, está hecho para ti. Quizás a mí no se me hubiera ocurrido y si ella no me hubiera inducido a ir, a lo mejor se me hubiera ocurrido más tarde. Esto fue por los setentas, y yo estaba en el colegio en segundo o tercero medio y paralelamente iba a esta escuela en horario vespertino”.
Luego de contraer matrimonio y de finalizar sus estudios secundarios, Consuelo emprendió rumbo hacia nuevos escenarios. “Estaba estudiando y paralelamente hacía teatro, por otro lado me había casado, por lo que no terminé el colegio en el aula, porque como me había casado, iba a ser una mala influencia para mis compañeras, por lo que tuve que dar exámenes libres. Fue así que por un ofrecimiento de trabajo a mi marido, bioquímico de la UACh, nos fuimos a vivir a Valparaíso”, señala la actriz, quien desde esa fecha dejó su tierra natal y formó parte de la compañía de teatro del maestro Oscar Stuardo en la Universidad Santa María.

-¿Cómo pasó a formar parte del área dramática de TVN?
“Luego de separarse de mi esposo, Eugenio Marín, me fui cual Carmela a Santiago, a la productora de televisión PROTAB, donde por aquel tiempo hacían una teleserie que se llamaba el Secreto de Isabel que no se vio nunca por un tema de la dictadura. Ahí pregunté por Malú Gatica, a quien había conocido en Valdivia cuando estudiaba en la escuela de teatro, entonces ella me presentó al director Pepe Caviedes, quien dijo maquíllenla, vístanla y grabamos en 15 minutos… yo quede paralizada, y pregunté si tenía que decir algo, a lo que me respondieron que texto pequeño, yo era como una amiga de la protagonista. Ahí pasé a formar parte de los elencos de las primeras teleseries que sacó el canal, de las cuales participé por muchos años”.

-¿Qué edad tenía en aquella época?
“No recuerdo muy bien, pero era muy joven, una veinteañera”.

PROTAGONISTA DE LA ÉPOCA DORADA DE LAS TELESERIES

-En los 80 usted fue toda una celebridad, ¿cómo fue su relación con la fama en aquel entonces?
“Yo me lleve súper bien, en términos de no alterar mi vida con esto ser famosa entre comillas, seguí haciendo mi vida de siempre, caminar por la calle, ir al supermercado etc. Para Bastian fue más complicado, bueno, y si andábamos los dos juntos, se complicaba un poquito más la cosa. Tampoco se me desvirtuó el mundo desde mi perspectiva, no me creí nunca el hoyo del queque, nunca sentí que rea superior a nadie, sentía que era algo fortuito, que era algo que estaba pasando, que no era eterno y que era lógico producto de que estaba saliendo en la tele, y tampoco puedo sentirme tan importante porque produzca ese efecto, porque es lógico. Los actores que empezamos a salir en esas teleseries nos transformamos en estas estrellita nacionales”.

-De los muchísimos personajes que ha interpretado a lo largo de su carrera, hay alguno que recuerde con especial cariño.
“La gran mayoría de las teleseries fueron muy atractivas, por lo que recuerdo muchos personajes con especial cariño, por ejemplo a la Gladis de la Fiera o la Ofelia de Romané. Muchos personajes muy lindos. Eran teleseries que conformaban muy bien las historias, eran comedias muy sabrosas con mucho exterior además, viajábamos mucho”.

-Fue protagonista de la época do oro de las telenovelas, a su juicio ¿cómo ha cambiado a través del tiempo este género?
“Igual me cuesta pelar a mi gremio, a mis colegas, ellos no tienen la culpa, pero encuentro que hoy día las teleseries están a años luz de lo que fueron. Están haciendo la carrera al revés, corriendo para atrás en vez de ir perfeccionando guión, iluminación, sobre todo guión. Pese a esto reconozco que hay un crecimiento en muchos aspectos, en todo lo que es el campo actoral, pero las teleseries propiamente tal, como género, para mi gusto han ido desmereciendo, desmereciendo como un periodo de muy poca creatividad”.

CAMBIO RADICAL
Consuelo Holzapfel está viviendo desde el 2002 en Concón, donde sigue en la actuación, pero a la vieja usanza, y con más ímpetu y gozo que nunca. “Yo hice hace varios años un cambio en mi vida bastante radical, porque nos fuimos de Santiago, y eso ya es un cambio importante en términos de alejarme un poco de la posibilidad de desarrollarme más como actriz profesional. Ahora se me ha ido dando en la quinta región por el lado del teatro, vínculo que es bastante activo, ya que estoy haciendo mucho teatro en la región, con muchas funciones. Nuevamente me volvió esto a la vida de repetir la forma de hacer teatro como la de Shakespeare, teatro a usanza: cargar la camioneta, llegar al espacio, ver cómo vamos a montar, ver la iluminación, maquillarse, vestirse, hacer las funciones, barrer el escenario, cortar la entrada… como circo pobre. Así llevamos con la Compañía Calato varios años junto y ya contamos con siete montajes en el cuerpo”.

-Este cambio al parecer la tiene más feliz que en Santiago.
“Sí, y lo digo con un poco de pudor, porque entiendo que no todo el mundo puede salir de Santiago, de hecho mis hijos viven allá. Es como sacarle pica a mucha gente. Sí estoy mucho más feliz, a pesar que igual fui muy feliz en Santiago. Ahora mi vida cambio, bajo a la playa, y es otra vida, o sea, absolutamente diferente, entonces estoy muy feliz y en paz”.

LA PARTIDA DE SU QUERIDA MADRE

Uno de los mejores panoramas de Consuelo en sus vistas a Valdivia, era ‘copuchar’ largamente con su mamá, eso hasta que falleció doña Cecilia Ossa. De esa triste partida, que considera parte de la vida, manifiesta que “mis recuerdos dan para escribir un libro. Tuve la maravillosa suerte de tener una mamá infinitamente cariñosa, absolutamente interesada en los más mínimos detalles, de conversaciones largas y relajadas, que iban desde lo más frívolo y simpático, como la ropa, los pañuelos y los zapatos, a lo más profundo de la vida, como los sueños, las frustraciones, las realizaciones, los amores. Este último tema la apasionaba especialmente: la realización en el amor, por lo que siempre me preguntaba: ¿tiene a alguien que le cante al oído? Eterna enamorada de su ‘Joaquito’ querido (mi papá)”.
Como buena lectora que era, su imaginación podía ser infinita, sin límites, entonces cualquier situación por simple que fuera, con ella, se podía transformar en algo único y divertido. Su franqueza provocaba carcajadas, tan desparpajada que era imposible ofenderse: "me estoy aburriendo con esta conversación, mejor voy a dormir siesta" o "porque no se pone un vestido que le quede mejor, ese lo puedes tirar al water", o cuando alguien estaba muy silencioso, sin aportar en la conversación decía: y tu viniste solo con el cuerpo.
La voy a echar tanto de menos, aún no puedo convencerme que no la tendré más. Sé que este sentimiento es compartido por tantas personas y de tan diferentes edades. Mi mamá es de esas personas que deberían durar por siempre, por una eternidad”.

SUS GRANDES AMIGAS VALDIVIANAS

“En la foto estamos tres queridas amigas desde la infancia. Toda una vida de aventuras, complicidades, risas, lágrimas y cariños. Ahí estamos la Paty Anwandter, la Pía Rudloff y yo. Este sería otro libro. Con la Paty además éramos primas, y digo éramos, porque mi linda y tan querida amiga-prima tampoco está ya con nosotros. Dos profundos dolores en tan breve tiempo, dos perdidas irreparables, irreemplazables. Dos profundos amores que nos han dejado a tantos como pollos aleteando, tratando de hacer nuestras vidas y continuar con nuestros quehaceres, pero entendiendo que la muerte forma parte de la vida.