Entrevista: Raúl Mautz, patrimonio viviente

“COMO CIEGO ME HE SENTIDO DISCRIMINADO”
EL PROFESOR NORMALISTA, TODO UN PERSONAJE TÍPICO DE NUESTRA CIUDAD, CUENTA LO QUE HA SIDO SU VIDA, CONFIESA SUS GRANDES ALEGRÍAS, Y SE REFIERE TAMBIÉN AL POCO INTERÉS DE LAS AUTORIDADES FRENTE A LA DISCAPACIDAD.
ADEMÁS REVELA ALGUNAS ANÉCDOTAS, INCLUIDA LA QUE ÉL DENOMINA SU ‘GRAN GRACIA’: UN PARTICULAR VIAJE EN BICICLETA NADA MENOS QUE A SANTIAGO.
Tal vez para la mayoría de los valdivianos el nombre de Raúl Mautz pasa desapercibido. Sin embargo, al decir el “viejito del acordeón”, la memoria colectiva local no se hace esperar. Y es que ya son cerca de 20 años que este setentagenario hombre, que perdió su visión a los pocos días de haber nacido, se instala diariamente en al centro para mostrar su música y ganarse la vida. “Si no lo hace se aburre”, comenta su señora Flor, quien lo acompaña diariamente en la micro hasta el centro de la ciudad, desde las 10.00 hasta las 13.00 horas.
Claro que últimamente la cosa no ha estado muy buena, enfatiza Raúl. De hecho muchas veces ni siquiera tiene dinero suficiente para pagar el boleto de vuelta. Tal vez es por eso, que en la tranquilidad de su hogar, y con recuerdos sumamente nítidos, comienza a narrar los días más alegres de su vida.
“Yo nací en La Unión, en tiempos que era una ciudad muy chica. Imagínese que había una turbina de los Molinos Grob que abastecía a la ciudad de energía eléctrica, entonces, cualquier cosa que pasara, había tranquilidad, ya que era una falla local solamente. Incluso los Grob avisaban en caso de cambiar un repuesto”, cuenta.
De sus primeros estudios en aquella ciudad, recuerda que siempre le interesó la abogacía, pero el dinero escaseaba como para costear la carrera y gastos extras. Sería entonces su futuro la docencia musical, y la Escuela Normal de Camilo Henríquez de Valdivia su hogar. “Me fue muy bien en mis estudios, hasta que me titulé en 1960. Una cosa que no se me va olvidar nunca fue cuando recibí mi licencia como profesor, entregada por la señora Inés Henríquez Froden, la primer intendente de Chile nombrada por el partido radical y posterior diputada de Chile por Valdivia”, señala.
Prospero años vendrían para Mautz, que emigró hasta Valparaíso, donde asumió como Director de la Escuela de Ciegos Nº 72 de la ciudad porteña donde trabajaría hasta mediados del 73. “Me llegó una orden militar que decía que en 6 horas debía entregar el cargo. Ni siquiera esperé eso y se lo entregué inmediatamente al otro compadre”.
Su empeño no cesaría y por 3 años Viña sería su destino hasta que finalmente volvió a sus raíces. “Yo tenía horario completo, pero cuando cambió el Gobierno me quedaron sólo 10 horas para trabajar, por lo que me volví a mi ciudad natal”.
En aquellos tiempos, recuerda el caso de una alumna muy especial con la que trabajo. “Esa chica era ciega desde que nació. Tenía 17 años y yo me hice cargo. En un mes sabía leer y ver la hora. Hoy en día trabaja ya hace 15 años como telefonista de la Unión”.
CHILE CIEGO
Para Raúl los impedimentos nos han sido factor para poder desarrollarse íntegramente, el problema que ve él está inmerso en la población, y a los cuatro vientos y a modo de pregunta confiesa: “¿Usted cree que no hay personas que tienen escondido a los ciegos? Yo podría decirle ahora mismo, y aquí en Valdivia, a unos 4 ó 5. Yo creo que aquí el problema grande es la Escuela de Ciegos, que parece que trabaja a escondidas. Cuando yo era director en Valparaíso vine aquí por 1972, donde realizamos una demostración de lo que eran capaces los ciegos, hicimos talleres con gente vidente en el Coliseo para que vieran de que éramos realmente capaces”.
Subraya que es muy poco el respeto que existe de parte de la urbe. A modo de ejemplo narra sus vivencias: “los primeros asientos de las micros son para los discapacitados, pero resulta que cada vez que me subo nadie se para en pos de ceder su puesto. Incluso mi señora le dijo esto a un chofer, pero él no podía hacer mucho ya que decía que la gente lo insultaba. Cuantas veces me he tenido que venir de a pie, montón. Vamos mal, el día de mañana vamos a ir peor. Por ejemplo, se gastan montones de dinero en propagandas que no conducen a nada, dígame usted, en que propaganda del Gobierno de Chile se hace alusión a los discapacitados. Con que una vez al día lo dijeran de algo creo que serviría”.
Similar opinión comparte por las personas de la tercera edad, donde recalca que “se habla que se está haciendo montón de cosas y resulta que a mí me han sacado de muchas partes. Especialmente ciertos empresarios de la ciudad que me han hecho la vida imposible al momento de tocar. Una vez, un comerciante muy conocido de la ciudad, mandó a los guardias para que me sacara, cuando fui a preguntarle quién me sacó de aquí, dijo que había sido él. Acá mandan los que tienen plata. De los 20 años que voy a cumplir trabajando en la calle, ninguna autoridad ha pasado a saludarme o preocuparse. Hablan mucho, pero a la hora de, poco pasa. Una cosa es hacer y otra cosa es decir”.
QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA
Próximo a cumplir las dos décadas tocando música en el centro de la ciudad, Mautz declara que a pesar de todas las vicisitudes ha sido una experiencia única. “tocar la acordeón ha sido excelente, nunca pensé que iba a hacerme de tantos amigos. De hecho por ahí, gracias a mi música, se supo que yo también era radioaficionado, y diferentes instituciones me han regalado equipos con los cuales me comunico desde mi hogar”.
Y como buen pedagogo, su profesionalismo está latente en cada una de sus notas, de hecho se prepara minuciosamente antes de entonar: “Por ejemplo yo me hago un plan, como soy profesor preparo antes mi clase. Me digo, hoy día voy a empezar con tal país; 5 temas argentinos; 5 chilenos; 5 peruanos. Entonces no faltan los señores y señoras que me preguntan qué estoy tocando”.
Y si de anécdotas se trata vaya que tiene. “Una vez en el centro se acerca una señora y me pregunta si tengo frío en las piernas. Acto seguido saca un chal y me lo regala, estaba nuevito. Otra vez pasó un yanqui y me dice “for the rain” (para la lluvia) y me regaló una chaqueta”.
Para Raúl Mautz mañana será otro día. Sabe que el show debe continuar por lo que seguramente, a menos que llueva mucho, estará en un rincón aledaño a la Plaza de la República entonando las notas puras y libres de su acordeón.
RUMBO A SANTIAGO
Una de las proezas que más lo enorgullece fue un peculiar viaje en bicicleta a la capital, que Mautz realizó en compañía de unos amigos. “Viajé a Santiago con un amigo en una bicicleta doble. Ese es uno de mis orgullos como ciego. ¡Háganme esa! Busquen no más en la Tercera de julio del 94 y otros medios que relatan mi gracia. Creo que no hay ningún ciego que se haya hecho esa talla”.
El viaje comenzó junto a dos conocidos, y una bicicleta auxiliar, en caso de que algo pasara. En total fueron 8 días de pedaleo según acota. “Salimos de aquí lloviendo, y estaba muy mala la cosa en Loncoche, donde llovía torrencialmente. Entonces optamos por parar y quedarnos ahí por un día. Todo esto, desde un principio, estuvo visado por Carabineros. La cosa es que como nos desaparecimos en Loncoche, al día siguiente, nos para una patrulla y el Teniente nos pregunta que dónde diablos nos habíamos metido, ya que todo el país estaba preguntando por nosotros. Ahí les explicamos la situación. La verdad es que se portaron de manera excelente”.