Entrevista María Angélica Haussmann
“Estoy orgullosa de poder seguir una tradición familiar de manera ininterrumpida y de escuchar cada vez más elogios hacia el café”
El rostro visible del emblemático local cuyo producto estrella, el crudo, da fama a Valdivia, comparte su historia junto a este sui géneris rincón gastronómico que acoge hace más de 50 años a los amantes de la buena mesa y algo más.
María Angélica está al frente del emblemático café que lleva su apellido hace 22 años, tiempo en el cual ha tenido la difícil tarea de perpetuar una ‘rica’ tradición familiar de larga data. “Esto se remonta a 1959, exactamente al 23 de octubre de aquel año. A mi mamá, Edith Doering, con dos socios se les ocurrió hacer un local que tenía un estilo bien especial, ya que fuera de ser el típico café, era un restorán que ofrecía almuerzos, preparaba helados y todo lo demás. Al pasar el tiempo se dieron cuenta que las cosas no andaban tan bien como esperaban, por lo que la sociedad se disolvió. Fue así como mi madre continuó sola en el local, que se achicó y se instaló en O’Higgins 394, donde estamos actualmente. En esa época mi madre comenzó a trabajar junto a mi papá, Ricardo Haussmann. Desde entonces, el café se ha mantenido con su misma línea durante 54 años”, detalla la propietaria los inicios del icónico establecimiento de nuestra ciudad, que al inicio tuvo por nombre Café Olympia.
Sin duda que el producto que da fama al enraizado local son sus célebres e inmejorables crudos, que a juicio de los habitué locales y nacionales, no tienen parangón. Y claro, estos categóricos dichos no son antojadizos, teniendo en cuenta que la elaboración es fruto de una adaptación de una antiquísima receta alemana que se ideó en la cocina de este reconocido lugar. “El crudo, dicen, viene del sur de Alemania, y en un principio lo comenzó a hacer la mamá de mi papá, así como hobbie; los preparaba en su casa y los llevaba al Café Olympia, en una cantidad no más allá de seis o doce unidades, porque la gente no los conocía. Según se sabe en Alemania, se hacían con carne de ciervo, y como acá no es común, la cambiaron por posta negra bien molidita, sazonada con sal, aceite y los demás aderezos. Así se fue conociendo básicamente por la propaganda que iba de boca en boca”, explica Haussmann, quien añade que “es un producto muy sano que tiene muchas proteínas, es alimenticio, rico y también dicen que sirve para recuperar a quienes se han pasado de copas”.
EL SECRETO MEJOR GUARDADO
-Una característica que hace de este producto algo único es la salsa que lleva… ¿qué la hace tan especial?
“La salsa es como el secreto de la Coca Cola, es algo muy especial que se le ocurrió a mi papá, ya que quería hacer una cosa distinta para ponerle al crudo. Ahora nadie come crudos si no hay salsa. Cuando me preguntan sobre ella, yo les digo que no es picante, que no tiene ajo y que no le va a caer mal”.
-¿Y quiénes son los privilegiados que conocen este secreto?
“Por el momento lo conozco yo y lo conocerá mi hija cuando siga con el café. Es un secreto casi de Estado. Es preferible guardar los secretos. Crudos hacen muchos en Valdivia, pero el crudo Haussmann es incomparable. Este local es la casa matriz, es el original, único”.
-Aparte del producto estrella también destacan las cositas dulces.
“La especialidad es el kuchen de nueces con crema, la torta kayser, la celestial, y una nueva que es de nueces y pan rallado, que no es ni muy dulce ni muy desabrida, el punto justo”.
-¿Qué hace tan singular a este lugar, recomendado incluso por afuerinos?
“No hay ninguna palabra que lo pueda describir por si sola. Yo creo que tiene ambiente, tiene sabor, tiene recuerdos, tiene tradición, tiene ese ángel que a veces las personas poseemos y que atrapa a la gente. Es un conjunto de cosas. También la calidad de nuestros productos es vital. Además piensa que es un café chiquitito, tiene capacidad para veintiocho personas y van rotando y rotando. Es chiquito y cumplidor. A veces es hasta un consultorio de soledades, porque así como va creciendo la gente en edad, va quedando cada vez más sola y necesita conversar con otras personas, y a veces el Haussmann da para eso”.
-Debe conocer muchas historias de vida
“Sí, de todo. Ha pasado mucha gente que han sido clientes de años, con historias diversas. Yo creo que si el café pudiera hablar, contaría tantas cosas buenas y malas, pero uno como propietaria tiene que estar dispuesta a sonreír, a entender y, a veces, a aconsejar”.
CÉLEBRE RINCÓN CULINARIO
-Separadamente de los fieles parroquianos, también están los comensales “ilustres o famosos” que vistan el local.
“Es que casi todos los famosillos han pasado por el local. A ver, de los que me acuerdo ahora están Carlos Caszely, Coco Legrand, el presidente Piñera, el presidente Frei, y los actores nacionales en general, como Juan Falcón que se ha repetido el plato. Somos como una gran familia y la gente se siente acogida. Este café tiene una ángel maravilloso que hace que la gente regrese”.
-¿Qué es lo que más la enorgullece de ser parte de este verdadero clásico valdiviano?
“De poder seguir una tradición familiar de manera ininterrumpida, de escuchar cada vez más elogios hacia el café, especialmente en esta época estival donde las personas vienen porque se lo recomendaron, o sea, esa propaganda vale mucho”.
LA MUJER DETRÁS DE LA EMPRESA
Hasta aquí hemos profundizado en el emprendimiento y la tradición de un negocio que forma parte de la identidad valdiviana y que es el deleite de muchos, pero ¿qué hay de su propietaria?, ¿quién es María Angélica?
Hija de Ricardo Haussmann y Edith Doering, es la menor de dos hermanos: Ricardo y Norma. Cursó la enseñanza básica y media en el Instituto Alemán de Valdivia, posteriormente estudió Pedagogía en Inglés en la Universidad Austral y luego fue profesora por 8 años en el Liceo Técnico A Nº 4. Es madre de tres hijos, la mayor periodista, el que sigue ingeniero, y el tercero cursa en la actualidad un Magister en Ingeniería Informática en la Universidad Federico Santa María. “Estoy orgullosa de mis tres hijos, lo único que puedo lamentar es que todavía no me han querido hacer abuela”, comenta entre risas.
Se define como una mujer sencilla, humilde, asequible, muy de piel y muy querendona de sus clientes. Características de su personalidad que explica porque “mis padres fueron muy cariñosos conmigo y heredé estos afectos. Me gusta abrazar, me gusta desear buenas vibras, me gusta compartir las alegrías de los demás y también los dolores”.
- ¿Cómo son sus vínculos fraternales, es de muchos o poco amigos?
“Tengo amistades de distintas clases sociales, desde profesionales hasta personas que trabajan en el Hogar de Cristo. Yo soy así, no hago distingos, pues me criaron de una forma muy especial. Soy una persona normal, perfecta no soy. Soy una persona de muy pocos amigos, pero en las buenas y en las malas”.
-De esas imperfecciones que menciona, ¿cuáles son las más evidentes?
“A veces ser demasiado confiada. He sido demasiado confiada y creo que eso de pronto me ha pasado demasiado la cuenta; como dicen, en la confianza está el peligro, y es cierto, hay que tener mucho cuidado”.
-¿En qué ocupa su tiempo libre, cuáles son sus aficiones, inquietudes?
“Me gusta la tranquilidad, me gusta el campo, la música, me gusta compartir una buena conversación. De pronto me arranco a una iglesia sola, y hago cosas de lo más normal. Soy creyente pero no de la que va todos los domingos a misa, pero sí de las que reza todas las noches”.
-¿Está conforme con su historia, con su vida?
“Yo diría que sí, sin ser perfecta. Mi vida está llena de momentos alegres, de felicidad, de mucha gente que a una la quiere, de estar feliz de despertar al día siguiente y decir: un día más para vivir… Sí, estoy feliz con mi vida”.
-¿Hay algo de lo que se arrepiente, tal vez de no haber hecho?
“No me arrepiento… Siempre le he dicho a la gente lo que siento, lo que pienso. He dado los abrazos cuando corresponden y no me he callado cuando hay que decir un te quiero. No me he guardado ningún sentimiento. Yo creo que soy en ese sentido una persona completa, no puedo decir que debería haber hecho esto o lo otro. Todos tenemos en la vida un sendero hecho, bueno, malo, más o menos, pero debemos recorrerlo con felicidad y optimismo. Hay que estar alegres de estar vivos.
También he tenido momentos tristes en mi vida, específicamente me dolió mucho que mis padres hayan muerto a tan temprana edad: mi mamá a los 62 y mi papá a los 64, y lo peor fue que no alcanzó a ser dentro de un año. Esa fue la época más crítica que he vivido, fue un dolor terrible”.
PEQUEÑO, ÚNICO Y NUESTRO
-Hace un tiempo se abrió en isla Teja un nuevo café Haussmann, ¿es una sucursal de ustedes?
“La verdad que el café Haussmann de la Teja es de una sobrina, que no sólo se ha instalado en Valdivia, sino que también en Pucón, Puerto Varas, Puerto Montt, no logrando tener el éxito que ellos esperaban. Yo creo que a veces por hacer las cosas más grandes, sucede lo que el dicho grafica muy bien: el que mucho abarca poco aprieta, porque yo te puedo decir que nuestro negocio, siendo chiquito, tiene una muy buena entrada, tiene su clientela fiel. No hemos tenido mayores reclamos. Yo no te puedo hablar como es el café Haussmann de la Teja, yo sólo he ido una vez a tomarme un café, pero hay gente que ha ido y vuelve solita al original”.
-O sea que tiene el mismo nombre, pero son negocios distintos.
“Es parte de la familia que se instaló y que trata de seguir una tradición, pero son negocios separados y distintos. El único y original siempre estará donde siempre, y espero que mi hija siga con la tradición, porque siempre hay que pensar en el futuro, y ella podría ser la tercera generación en esta labor”.
-Entonces podemos decir que el Haussmann original y sus crudos tienen para rato.
“Por supuesto, y son bienvenidos todos los que quieran venir a visitarnos”.