Hotel Schild de Valdivia

EL GIGANTE BLANCO DE LA PLAZA
Los inicios de la década del ‘30 marcaron la inauguración de uno de los recintos más característicos en el rubro hotelero con que contó la ciudad por veinte y seis años, y que supo albergar tanto a turistas como ciudadanos locales.
Rodolfo y Eduardo Schild, hijo y nieto de los fundadores, hablan sobre sus principales características y cuentan la historia del Hotel del mismo nombre que supo marcar la diferencia en la ciudad.


Corría el año 1932 cuando el Hotel Schild abría sus puertas a la comunidad local e internacional, transformándose por aquellos años como todo un referente en el ámbito turístico, en épocas donde la oferta del rubro mencionado en Valdivia recién comenzaba a edificarse.
De fachada imponente y ubicado donde actualmente se encuentra tiendas “La Polar”, justo al frente de la Plaza de la República, el recinto resaltaba a la vista por su altura y su maciza composición de concreto, que tal como reza una publicidad de esos años tenía la característica de ser “completamente seguro contra incendio”.
Sus propietarios, una pareja venida de la Unión, a quienes no les era indiferente el mundo hotelero: Else Gutmann y Clemente Schild, éste último precisamente las había oficiado en dicha ciudad como concesionario del Club y Hotel Alemán, tal cual relata uno de sus descendientes directos, su nieto Eduardo Schild. “Mi abuelo sabía de todo este tema, por lo tanto no le era indiferente, y gustaba mucho de aquello”.
Por eso no fue de extrañar que el Hotel se transformara en uno de los preferidos por la gente, además de contar con varias comodidades tal cual comenta Eduardo: “en ese tiempo no existían las estrellas, pero se le denominaba como de primera clase. Contaba con un total de 25 habitaciones con grandes comodidades, comedores y un salón de té que era único en aquellos años, donde destacaba por sus helados y repostería en general. Lo que también era muy distintivo fue una orquesta que mis abuelos tenían en el Hotel, recuerdo que se presentaban desde las 11:30 a las 13:00 y desde las 19:00 hasta las 21:00 horas”.
BUENAS TEMPORADAS
Aunque los recuerdos se han ido desvaneciendo con los años, Rodolfo Schild, hijo de los propietarios, acota que el lugar siempre gozo de buena popularidad entre los viajeros, indicando que “cuando abrió era el más llamativo de la ciudad”. Y claro, a su altura también llamaba la atención la belleza de su edificio, propiedad del constructor Alberto Hettich, el mismo que construyera la casa que actualmente es la Biblioteca Municipal.
Fueron casi 30 años de continuo funcionamiento, hasta que en 1958 el recinto decide cerrar, exclusivamente por la avanzada edad de sus propietarios. Tanto su hijo Rodolfo, como su nieto Eduardo, no pudieron seguir con la tradición, aunque éste último acota que “le encanta el tema… Pero es harina de otro costal.
Años más tarde, la característica edificación aún conserva gran parte de su fachada. Muchos locales han pasado por ahí, pero los recuerdos del extinto Hotel Schild aún perduran en la memoria colectiva de los que dieron vida a la ciudad en sus albores.